sábado, enero 14, 2006

Articular lo diverso para cambiar la realidad



«Creo en la unidad, y no sólo, creo en la unidad de las fuerzas progresistas. Sin querer ser sectaria, sigo sosteniendo que donde vas a encontrar más reservas de transformación, es en aquella gente que alguna vez se decidió a arriesgar algo y a hacer algo por construir una Nicaragua distinta. Por eso creo que la base histórica de eso que llamamos sandinismo, que no es sólo los que están en el Frente como partido, ni siquiera quienes se reivindican como sandinista –son muchos que ya ni siquiera se reivindican como tales–, esa base histórica del sandinismo es el potencial, es la masa sobre la que tiene que trabajar el panadero, para decirlo en sentido figurado.

Cuando hablamos ahora de unidad no la debemos de concebir con la lógica que quisimos hacer siempre las cosas. Debemos desconstruir esa lógica. Siempre pensamos que unidad era casi como unanimidad, o girar alrededor de un solo planteamiento, o girar alrededor de una sola estructura, o girar alrededor de una sola tarea. Como cuando te decían: esta es la tarea y todos vamos a esa tarea. Creo que en los tiempos actuales hay que reivindicar la unidad como articulación de lo diverso, de los distintos esfuerzos que se realizan con distintos énfasis.


Debemos de salirnos de la dinámica que nos ponen estos partidos y estos políticos, que nos quieren hacer girar alrededor de ellos. Y nosotros, los sandinistas, ya nos deberíamos como olvidar de continuar..., de estar discutiendo "que si Daniel Ortega˝, "que si esto o lo otro de los dirigentes". Lo que tenemos que hacer es construir nosotros, y no estoy hablando de hacer partidos políticos o fuerzas que vayan a disputar ese poder que después para nada sirve –como estar ahí en el Parlamento para sólo bendecir lo que te viene de los organismos financieros internacionales– sino más bien de construir desde abajo una dinámica de articulación, de resistencia popular frente a los planteamientos neoliberales; no sólo denunciar, sino actuar y de resistir. Creo que eso es lo que a nosotros nos toca hacer ahora.

En eso tenemos muchas cosas que aprender. Así como Latinoamérica y el mundo, en los años 80 tenían a Nicaragua como el centro que les iluminaba y les indicaba muchas cosas, nosotros ahora tenemos que tener la humildad de ver que hay otros pueblos que están dando en el blanco y que están construyendo cosas que nos pueden ahora indicar a nosotros qué es lo que nos toca hacer. Y eso que nos toca hacer, empieza por cómo romper aquellos lazos de encantamiento, como de brujería, que nos mantienen atados a los partidos, pensando que si no es por el partido, o si no es andar pegando gritos en los procesos electorales, no hay otras cosa que hacer. Creo que hay muchas cosas que hacer entre nosotros.

Por ejemplo, en cuanto a medios de comunicación, ahora que estuve en Brasil pude constatar la eficacia de los medios radiales. El medio radial es el medio de la transformación porque es mucho más accesible a los movimientos populares. Podés hacer radios locales comunitarias, por ejemplo, que incluso se pueden encadenar. Y ese tipo de medios ha demostrado su eficacia no sólo en Brasil, sino en Bolivia, en Perú, en Ecuador, en Guatemala. Ideas como ésta –formar radios comunitarias–, aunque parezcan utópicas, pueden ser construidas por colectivos y le darían mucha mayor fuerza y articulación para hacer cosas transformadoras y ser parte de esa corriente de transformación que se viene levantando a nivel mundial.

Otro ejemplo: en Argentina existe la Universidad Madres Plaza de Mayo, que tiene una cátedra de Ernesto Che Guevara, y en esa cátedra, que es una cátedra popular, los materiales son mimeografiados, supersencillos, a como los hacíamos en los años 70. O sea, hay un rescate de que lo popular también no tiene que ser hecho en los mejores materiales, o en los formatos más caros, y de esa forma, difunden el pensamiento revolucionario entre la gente.

En el caso de Bolivia, uno de los signos distintivos de esta jornada que echó por la borda al gobierno que pretendía privatizar el gas sin ningún tipo de consulta ciudadana, estuvo dado por la vasta participación ciudadana. Paradójicamente, el expresidente Gonzalo Sánchez de Losada, en su primer período de gobierno (1992-1997), fue quien hizo la ley de participación ciudadana, y él después desconoció completamente lo que había hecho 10 años atrás. Entonces, ¿qué distinguió este movimiento de los bolivianos? Te lo dicen ellos con toda claridad: habían tres o cuatro organizaciones de indígenas fortísimas que se articularon. O sea, siempre han trabajado con distintos énfasis, con distintas opciones políticas, pero decidieron juntarse y hacer este inmenso movimiento de oposición a la privatización del gas, este recurso importante para Bolivia, y lograron evitarlo, por lo menos lo han logrado hasta hoy.

A mí me ha encantado ver los últimos meses, la retoma de parte del movimiento feminista de una acción más política, porque se había reducido mucho al proyecto, a las acciones muy vinculadas al tema específicamente proyectista, le decíamos nosotros, y es una parte de la reflexión del mismo movimiento feminista. Y ahora lo veo ese movimiento más tirado a las calles y a la demanda política. Entonces, tenés a mujeres, tenés los movimientos de ecologistas, tenés los esfuerzos que se hacen alrededor de los jóvenes, alrededor de la niñez, el enfrentamiento de la violencia intrafamiliar, el tema de cómo se va a actuar socialmente para incidir en la violencia juvenil. O muchos de nosotros metidos en la democracia local, en la participación ciudadana. Entonces, vos ves ahora un montón de gente actuando, buscando, cómo dar respuesta.

¿Cómo articular eso? Creo que es el compromiso de construir. Hay que dibujar la Nicaragua que queremos, hay que dibujarla entre todos y hay que comprometernos desde distintos ángulos en esa construcción y eso no significa uniformar a todos en el mismo tipo de conducta, en la misma actuación y ni siquiera en los mismos énfasis. Por ejemplo, hay gente que no quiere saber nada de partidos políticos ni de procesos electorales, pero otros sí están interesados en hacer esfuerzos a partir de los partidos políticos. Creo que la única manera de construir alternativas es con una recuperación del respeto por los énfasis que estos distintos instrumentos de acción ciudadana hacen y buscar cómo ir tejiendo eso.

Hace poco leí un artículo de una investigadora que demuestra que el nivel de dominio del pensamiento neoliberal y del pensamiento que domina ahora el mundo, ha sido construido desde hace 50 años. Que hace 50 años en algunos círculos de poder mundial, tomaron la determinación de construir un pensamiento de este tipo, como el que está dominando en el mundo. Una lógica que hace que mucha gente crea que no hay posibilidades de hacer las cosas de otra manera. Es una gran cantidad de ciudadanos totalmente dominados por esta lógica, domesticados, metidos en una dinámica individualista o que creen que a través de la búsqueda personal o individual de soluciones van a resolver los problemas. Y que no han terminado de comprender que solamente con el esfuerzo de articulación de los intereses, a través de mecanismos organizativos y de formas de articulación nuevas, tal vez no como las que conocimos hace 10,15 ó 20 años, sino nuevas que están naciendo en el mundo.

Esta escritora decía que contrario a la construcción de este pensamiento que se hace a través de la educación formal y también a través de los medios de comunicación, de las telenovelas, del florecimiento de un tipo de religiosidad, todo ese pensamiento no puede ser desconstruido por generación espontánea, sino con acción generadora de conciencia, que es la que se supone deberían hacer las organizaciones revolucionarias.

Sí, creo que en el mundo hay esperanza, y que en Nicaragua hay esperanza. Lo creo profundamente. En nuestro caso, creo que esta esperanza tiene muchísimo más fundamento porque aquí hay una base popular, amplia, que tuvo oportunidades de tener acceso al pensamiento progresista, al pensamiento transformador. Vivió lo que es una lucha transformadora y eso es un potencial que está ahí, ahora quizás aplastado por una cierta lógica y yo diría que aplastado por ciertos liderazgos o por cierta subordinación, pero que yo creo que es posible iniciar un nuevo camino con un trabajo sostenido sobre la conciencia, con la creación de conciencia crítica, que tiene que ver con estudio, formación, con la generación de nuevos mecanismos de debate, de discusión en la base, y a la vez, está vinculado con la práctica, con actividades de movilización, por ejemplo, que son resultado de esfuerzos autónomos. En marchas como la que hicimos a principios de diciembre en contra del TLC de Centro América con Estados Unidos, no había estructuras partidarias ni nada, sino sindicatos, muchos de ellos muy cercanos al Frente Sandinista, pero que en este caso actúan con cierta autonomía. También está surgiendo un movimiento social, aún pequeñito, trabajando como hormiguitas, tejiendo, reivindicando las banderas históricas y la histórica defensa de los intereses populares.

Entonces, creo que ese tipo de cosas es la que hay que hacer. Ir trabajando con agenda, aunque algunos creemos que también debe haber una profunda reflexión y recuperación de la ideología, del estudio de la filosofía, del estudio de la historia, del estudio de las experiencias de otros movimientos populares y de experiencias populares en América Latina. Es decir, hay que recuperar también el estudio, un poco la disciplina, el espíritu militante, pero no militante de partido o que van a trabajar por un caudillo, sino el espíritu de ser militante de la causa de la transformación de Nicaragua y el mundo».


Fragmento de la entrevista con Mónica Baltodano, en Radio La Primerísima, el 17 de diciembre de 2003.

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